jueves, 12 de noviembre de 2015

La Belle Époque. Siglo XIX


Indumentaria femenina:

Desde la década de los noventa y hasta la I Guerra Mundial, se produce el movimiento del Modernismo, un periodo de cambio de valores. Entre los jóvenes se respiraba un nuevo aire de libertad, simbolizando en la indumentaria de deporte y en la extravagancia de sus trajes cotidianos. En Francia se llamó la Belle Époque y se caracterizó por un espíritu alegre y próspero ante la llegada del nuevo siglo, que trajo consigo un cambio espectacular en el atuendo y en la búsqueda de una silueta femenina más real.


Aparece la característica silueta en forma de “S”, que se consigue con la ayuda del corsé, con el que se pasa de la línea arqueada a la sinuosa, realzando un talle muy estrecho y un pecho generoso proyectado hacia delante.










Las faldas se abultan todavía por detrás, ahora llevan una protuberancia menor a la del pasado polisón y recuperan la línea del cuerpo.
Regresan los volúmenes con las mangas de pierna de cordero o farol, y la parte superior de las mangas se vuelve rígida y voluminosa.















Los vestidos de mañana podían llevar una cola sorprendentemente larga.
Los zapatos tenían tacones más altos, la punta redondeada y se ataban por delante.
La medias eran casi siempre negras, de hilo de Escocia durante el día y de seda por las noches.


A finales de siglo, las mujeres buscan nuevas formas de vida y racionalidad y, en busca de las formas del atuendo masculino.
Empiezan a usar traje sastre, formado por dos piezas, chaqueta y falda, que se llevaba con una blusa corta bajo la chaqueta; también las blusas se pusieron de moda. Los sombreros se hicieron gigantes y se decoraron de manera extravagante con pájaros disecados, plumas y otros ornamentos.


El diseñador más destacado de la Belle Époque fue Paul Poiret, rechazó el corsé y creó un abrigo de línea holgada y corte recto. Con los vestidos de corte helénico de cintura alta y sin corsé logró desplazar el centro de atención de la cintura a los hombros. También puso de moda los populares vestidos inspirados en el ballet ruso y en el estilo oriental, confeccionando sus trajes con exóticos tejidos de colores japoneses y adornados con dibujos orientales. Los holgados pantalones de odalisca y los quimonos japoneses fueron los que tuvieron mayor aceptación.



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